Esther Ferrer es una artista interdisciplinar española centrada en el performance art y considerada una de las mejores artistas españolas de su generación.
Hizo del arte de acción su principal medio, si bien a partir de 1970 volvió a realizar obras plásticas a través de fotografías intervenidas, instalaciones, cuadros basados en la serie de números primos o Pi, objetos, etcétera. Entre estos trabajos destacan las series de Autorretratos (en proceso desde 1981), Números primos (desarrollada a través de diversos formatos espacio-temporales), o la de Juguetes educativos(década de 1980). Su obra se inscribe en la corriente de arte minimalista y conceptual, iniciada en la década de los sesenta del siglo XX, que tiene a Stéphane Mallarmé, Georges Perec, John Cage o Fluxus como referentes, así como en los feminismos de aquel momento.
Ferrer otorga a la repetición y al azar la capacidad de potenciar la obra, generando múltiples variaciones que dan paso a la alteridad y lo imprevisible. La muestra que presenta el Museo Reina Sofía, Todas las variaciones son válidas, incluida esta, recoge estas cuestiones y reflexiona sobre otros aspectos clave de su práctica, como la visibilización del proceso creativo en el tiempo/espacio, y la movilización y transformación del cuerpo. Buscando reforzar y experimentar con las ideas de continuidad y la dimensión performativa del trabajo de Ferrer, la exposición incorpora la activación de ciertas piezas así como un discurso no cronológico que permite conexiones inesperadas y acercamientos cambiantes a su trayectoria. La selección de obras incluye performances e instalaciones, así como una serie de proyectos plásticos, tanto trabajos preparatorios como series acabadas, y documentación de las principales acciones.
A lo largo de su extensa carrera, Esther Ferrer ha participado en numerosos festivales de arte de acción y ha expuesto su obra en distintos museos. Asimismo, ha sido objeto de diversos reconocimientos: en 1999 fue una de las representantes de España en la Bienal de Venecia; en 2008 fue galardonada con el Premio Nacional de Artes Plásticas; en 2012 con el Premio Gure Artea del Gobierno Vasco, y en 2014 con el Premio MAV (Mujeres en las Artes Visuales), el Premio Marie Claire de l’Art Contemporain y el Premio Velázquez de Artes Plásticas.
En sus obras ha utilizado el amor, la memoria, otro punto fuerte ha sido utilizar el humor para crear fotografías.
A Esther siempre le han llamado la atención la cantidad de modelos que se han creado de algo tan elemental y tan cotidiano como es por ejemplo una silla.
“Nunca he tenido especial interés en llevar a cabo mis proyectos en un espacio físico a gran escala; si la maqueta funciona, para mí la obra está hecha. Si no puedo realizarla en un espacio real no pasa nada. Lo que me interesa es el proceso”
Estas palabras las dijo durante el proceso de ``proyectos espaciales´´, una obra que realizó de 1997 a 2018.
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